Aldo Mazzucchelli: «Si perdemos la escritura perdemos una tecnología fundamental»


“Una gran civilización no es conquistada desde fuera hasta que se destruye ella misma desde dentro. Las causas principales de la caída del imperio romano estriban en su gente, en su puja de clases, en su colapso comercial, en su despotismo burocrático, en sus asfixiantes impuestos y luchas internas.”

  • “César y Cristo” (1944) de Will Durant.

“Montesquieu sostiene que al final del Imperio, el ejército romano no estaba formado más que por la caballería. Pero descuida indicarnos la razón de ello. ¡Imaginemos al legionario saturado de gloria, de riqueza y de desenfreno después de haber recorrido innumerables países y perdido su fe y su vigor al contacto de tantos templos y tantos vicios, imaginémoslo a pie! Conquistó el mundo como infante; lo perderá como jinete. En toda blandura se revela una incapacidad fisiológica de adherirse por más tiempo a los mitos de la comunidad. El soldado emancipado y el ciudadano lúcido sucumben bajo el bárbaro. El descubrimiento de la Vida aniquila la vida.”

  • “Breviario de podredumbre” (1949) de Emil Cioran.

Una época llega a su fin. Dios hace rato que nos soltó la mano y como resultado ahora todo nos da lo mismo. Transidos de ocio y distracción, empezamos a dejarnos crecer la panza, a darle la espalda a la Vida, a no ver más allá de nuestro propio ombligo. A veces, si nos pica la angustia, dejamos por un rato el porro y el Netflix de lado y recorremos cual la carta de un restorán un compendio de filosofías netamente individualistas que hacen lo que pueden por ofrecernos un poco de alivio existencial.

Como bien señala Durant en la frase de arriba, cada vez más empieza a escasear en nuestras sociedades la razón y el sentido común; lo que sí hay para repartir, en cambio ¡Y a manos llenas!–, es el capricho y exceso de fantasía.

Pero las comparaciones con aquel Imperio no terminan ahí, no; como si fuese poco, hace dos años se viene extendiendo por el mundo nuestra propia peste antonina.

Lo cierto es que si bien es poco menos que una gripe común y corriente, el COVID le vino como anillo al dedo a las élites globales para proyectar escenarios catastróficos y en base a ellos coaccionarnos en un estado de excepción.

Con todo, hay gente que lucha para dar vuelta esto. Aldo Mazzucchelli (Escritor, investigador, PhD en Letras) ha contestado a dicha locura fundando junto a varios de sus colegas una especie de supergrupo de intelectuales que quincenalmente publica contenido alternativo al ruido dañino que emiten los desinformativos.

¿Cómo definirías tu tarea y la de tus colegas en Extramuros durante estos últimos dos años?

Pensar y escribir. Tratar de hacer lo que debería hacer cualquiera. Cuando digo esto parece que estuviera hablando de algo obvio, sin embargo no es tan así. “Pensar” quiere decir muchas cosas, pero además de significar cierta independencia y cautela a la hora de sacar conclusiones tratar de buscar bastante información y llegar a una cierta confianza en ella antes de formarse una opinión, etc.,también quiere decir tener conciencia histórica; es decir, una perspectiva de porqué está pasando esto, qué hubo antes, hacia dónde vamos, etc.,

Y eso es algo que se ha ido debilitando en la educación gracias a una serie de presupuestos ideológicos. Quiero decir: hay ciertos elementos, como la noción de nación perdón la cacofoníaque me parecen relevantes, porque tienen que ver con una cohesión cultural, con una profundidad, con una estabilidad que le hace muy bien a la gente y sobre todo a las comunidades.

Ahora, si bien no soy particularmente un defensor del estado nación y mucho menos del estado en general como se entiende ahorasí soy defensor de la cultura local. Por eso me parece importante tener una idea de cómo funcionan los ciclos históricos, y de que en todas partes las culturas sufren periodos de decadencia. Esto es un proceso que siempre ocurrió y que ahora mismo lo está haciendo.

Por eso quiero dejar en claro que tener consciencia histórica significa entender que hoy estamos en un momento de declive. Y no me refiero sólo a Uruguay, sino a algo mucho más amplio que incluye también a Europa, Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda; en fin, diferentes lugares en los cuales un conjunto de lenguas y tradiciones tanto políticas como religiosasfueron desarrollándose hasta llegar a un punto de desgaste. Muchas de las cosas que están pasando ahora deben entenderse a partir de esto; si no existiese esta decadencia, este debilitamiento de defensas del sistema inmune de las culturas, nada de esto sería lo mismo.

En cuanto a “escribir”, cabe recalcar que no es lo mismo pensar oralmente que por escrito. Y ese un punto que en Extramuros venimos repitiendo mucho. Incluso tenemos un lema en la revista que busca expresar eso: “La escritura ante el declive del debate público”.

Y es que justamente la escritura es una tecnología que te permite tener una determinada relación con el pensamiento, con las ideas, con el ser y el mundo la cual no es posible oralmente. Esto no quiere decir que sea peor o mejor; ahora mismo no voy a entrar en ese debate, pero lo que sí quiero subrayar es que si perdemos la escritura perdemos una tecnología fundamental.

Retomando esto que estabas diciendo, muchos trazan semejanzas entre la actualidad y la caída del imperio romano durante el siglo quinto de nuestra era. Vos claramente estás entre ellos, o al menos yo te he escuchado hablar del presente en términos similares. ¿Podés desarrollar más en profundidad esta idea?

Es lo mismo que podés pensar acerca de las culturas precolombinas. Existe un aflojamiento de la cohesión cultural, lo cual abarca también a los famosos voy a usar una palabra que la verdad no me gusta mucho “valores”.

Es decir, ya no vale la pena luchar para defender algo que todo el mundo cree que no tiene sentido. Y eso genera una forma de “sálvese quien pueda”, que es lo que estamos viendo ahora, en donde cada uno en su mayoría toma opciones que siente que lo van a salvar de forma individual, pero que no contribuyen en nada a un conjunto de valores superiores supuestamente compartidos. Entonces, esto hace que muchas de las instituciones que mantienen unida a la sociedad pierdan su legitimidad. Y esa legitimidad termina siendo sustituida por la fuerza, la cual se distribuye en muchos agentes.

Por ejemplo, al final del imperio romano y mucho antes también, porque no hay que olvidarse que esto fue un proceso de siglosvarios agentes militares árabes, bárbaros, etc.– fueron ocupando distintas zonas de lo que antes era un régimen cohesionado, y desde ellos generaron nuevas lógicas locales de poder y orden, lo cual terminó desencadenando con el tiempo una dispersión. Todo eso fue un proceso cuanto menos extraño, porque muchas veces el lenguaje y las instituciones operan por un tipo de inercia que va más allá de lo que realmente uno cree que está pasando. Quiero decir, Roma, en este caso, siguió siendo el centro del imperio, sin embargo sus periferias cada vez la fueron obedeciendo menos, y así fue perdiendo autoridad, lo cual a su vez llevó a que se formaran unidades más pequeñas: los monasterios, por ejemplo, donde, fijate vos, llegó a preservarse gran parte de la cultura antigua…

Ahora está ocurriendo algo similar. Mirá si no esta furia conservacionista: se está digitalizando todo. Hay una noción que le vino a la sociedad quién sabe por quéde que hay que proteger el pasado. Hay una sensación clara de que todo está cambiando y ante esto algunos adoptan una actitud profundamente conservadora, dicen “vamos a volver a como eran antes las cosas”, algo que yo creo que no es posible. No digo que esté mal esa actitud, porque expresa cierto amor por lo que fue y eso es bueno. Pero aquello que fue no va a seguir siendo, o por lo menos ya no va a ser igual.

Entonces, la pregunta debería ser qué es lo que va a pasar de acá en adelante, qué va a dejar en pie esta crisis, y qué es bueno que se caiga, que desaparezca. Y fijate que de hecho lo que está pasando es más una autodestrucción del sistema que una conspiración de unos pocos.

Todo esto va a abrir nuevas posibilidades que tenemos que construir en conjunto. Tenemos que pensar en futuros posibles que sean mejores a todo lo que vino antes.

Hacé de cuenta que mi dieta de medios consiste únicamente de horas y horas de informativos tipo Telemundo o Subrayado. ¿Cómo podrías explicarme que el PCR –el test en el que se basan las autoridades para afirmar que existe una pandemia– en realidad no se está empleando de forma correcta?

Y mirá: hay mucha información científica que cualquiera que busque la va a encontrar. Para empezar, infinidad de papers en revistas prestigiosas, que te muestran que el modo en que se adaptó la prueba PCR al COVID impuso un uso de ese test profundamente inseguro llamémoslo así para ser suaves a la hora de arrojar resultados.

Sabemos que hasta mediados de este año se aplicó a 35 ciclos o más, lo cual equivale a decir hay estudios que lo demuestran y que el mismo GACH ha reconocidoque el el 97% de los positivos no son cultivables, es decir, que no hay virus real, aunque el test dé positivo.

{Nota al pie que saqué de “Imantada” (2021) de Aldo Mazzucchelli, acerca del PCR: “la estrategia TETRIS (Test, Trace, Isolate: es decir, testear, rastrear contactos, aislar) está apoyada en un único pilar, no científico: el uso indebido y fuera de control del test PCR, que se transformó de una fina herramienta donde lo cuanti y lo cualitativo deben ir de la mano bajo contraste constante con el diagnóstico clínico, a una herramienta desconectada de cualquier observación clínica (test PCR estilo automac), exclusivamente cualitativa (sí/no), donde lo cuantitativo se congeló en una escala tal que asegurase un máximo de falsos positivos.}

Esto explica porqué hay tantos casos de COVID que no presentan síntomas. En realidad, esa gente no tiene nada. También hay otros casos en los cuales sí hay síntomas pero que son comunes con la gripe u otras condiciones.

¿Qué futuro le ves a la pandemia de acá a un año, considerando que países como Israel o Alemania han aprobado una cuarta dosis o el aislamiento por ley para los no vacunados?

Pienso que va a seguir. Y es que hay distintas formas artificiales de mantener esto a flote. La famosa Ómicron, por ejemplo, de la cual ahora ya sabemos que no se murió nadie.

Pero hay una secuencia que se anunció de cierto modo desde el arranque, y que tiene que ver con los ciclos de subida y bajada de los contagios; luego cómo se vincula eso con las vacunas y con los booster shots.

Entonces, hay un continuo mecanismo por el cual se logra no solamente prolongar todo el tiempo que se quiera la pandemia en la medida que siempre se puede seguir aplicando el test PCR, que ya sabemos que detecta cualquier cosa y que por lo tanto va a seguir dando una cantidad de casos x, sino que además de eso estamos viendo que los vacunados también se pueden contagiar, enfermar o morir; aunque, como sabemos, todos los casos y todos los declarados muertos Covid sólo dependen de un test positivo…

Pero aparte hay un factor agregado, que ya está muy denunciado y son los efectos secundarios negativos que tiene el virus y sobre todo la spike protein, la cual genera procesos inflamatorios, tales como problemas cardiovasculares en general, trombosis, etc.

Como si esto fuese poco, no sabemos cómo interactúan las vacunas con la aparición de otros procesos inmunes: enfermedades cardiovasculares, cáncer, etc. Hay además una especie de epidemia de muertes súbitas en deportistas, que obviamente es un porcentaje ínfimo de los que se han inoculado. Pero ese no es un razonamiento correcto, porque si vos vacunás a miles de millones de personas, quieras o no vas a tener muchísimos casos aunque, repito, haya sólo un porcentaje muy chico de muertos.

Acá lo que hay son dos narrativas en conflicto: la primera le da sentido a todo lo anterior y hace desaparecer del mapa todo lo que no le sirve; la segunda, en cambio y a la que he tratado de contribuir, no niega las partes correctas de la primera o aquellas que tienen un mínimo de asidero en la realidad.

Con todo, me parece que estamos siendo bombardeados con información de un solo lado… Y sin embargo, yo no veo que la gente crea demasiado en lo que hace. Muchos se vacunaron, sí, pero no porque hayan comprado todo el paquete aunque eso no quiere decir que no haya gente que sí lo compre, y de manera fanática–; la mayoría lo hacen porque no tienen más remedio o porque piensan que no vale la pena resistirse. Y yo creo que ahí están cometiendo un error, porque los efectos pueden llegar a ser muy graves.

Hay gente que, retomando lo anterior, hace de esto una especie de cuestión de fe, e incluso llega a pelearse por cuál de las farmacéuticas lanzó al mercado la mejor vacuna. Además de ver a los no vacunados con cierto recelo. A mí me ha pasado. Creen que si no te das la vacuna sos un bruto que no cree en “la ciencia”…

Es verdad, sí. Pero eso es algo que ha sido fogoneado en aras de darle a todo esto una narrativa política, lo cual tuvo por resultado que ideologías que antes estaban distanciadas entre sí hoy converjan en un mismo punto.

Entonces tenés por un lado a buena parte de los progresistas más integrados al sistema que creen que al actuar así están siguiendo el futuro; por otra parte también está el progresismo VIP y mucha gente joven, además estos más bien cercanos a un progresismo soft, por llamarlo de alguna manera, que no quiere ni oír hablar de esta crítica, porque piensan que al hacerlo les estás cuestionando su futuro.

Pero aparte también tenés a un grupo de liberales más veteranos, tanto de derecha como de centro, que todavía no quieren enterarse de que el sistema por el que vivieron y lucharon toda su vida está hecho mierda, y que no hay que defenderlo. Entonces enseguida se enojan y se ofenden. Entre ellos tenés a partidarios del gobierno actual, que piensan que una critica al discurso oficial de la pandemia es una critica a Lacalle o a sus ministros o a lo que sea.

Lo que hay acá es una pinza muy hábilmente hecha, en la cual, además y esto viene desde mucho antes de la pandemia se han generado demonios globales (Bolsonaro, Trump, Orbán, etc.,) de quienes sólo se publican noticias negativas muchas de ellas falsas que han contribuido a crear un estado de opinión en el que estos líderes y sus seguidores son exactamente lo mismo que Hitler.

Con esto no estoy queriendo decir que las políticas de Bolsonaro o Trump sean maravillosas, o que yo quiera que el sistema sea como dicen ellos no quiero eso tampoco, pero sí me parece que cuando los medios incurren en este tipo de prácticas se deslegitiman a sí mismos.

{Nota al pie que saqué de “Imantada” (2021) de Aldo Mazzucchelli, acerca de la censura y los medios: “Si uno sigue ignorando que hay control discursivo y hay censura en el mundo, uno es –mejor hipótesis– simplemente una persona muy desinformada. Hay miles de ejemplos, literalmente. El que no quiera verlos, no los verá. Se negará a mirar, o insistirá en que no es para tanto, o se presentará a sí mismo, para tranquilizarse, el argumento de que se censuran solo opiniones fascistas de la derecha’ o ‘la censura se justifica debido a la emergencia sanitaria y para salvar vidas’, o ‘son empresas privadas las que censuran y suprimen contenidos y están en su derecho’ (…). Hay un punto en que cada uno debe hacer un esfuerzo mínimo por informarse. Mucha gente importante no lo está haciendo. Y como es clásico, cuando otro lo advierte, se enojan.}

A veces se pone como ejemplo eso de los cuatro jinetes del apocalipsis. Es decir; hace tiempo que se dejó de creer en la política, hace tiempo que se dejó de creer en el sistema financiero, hace incluso MÁS tiempo que se dejó de creer en la religión, ¿Qué nos queda entonces? La ciencia, y pronto se va a dejar de creer en ella. Y eso se consigue en parte vacunando a los niños, haciendo que muchos de ellos tengan problemas graves para toda la vida o incluso que se mueran de miocarditis porque vamos a decirle como es, en la inflamación cardíaca el tejido necrosa y eso no se repone nunca; por lo cual en la medida en que crezcas vas a tener problemas cardíacos, y la estadística dice que a diez años de sufrir una miocarditis la mayor parte de la gente se muere.

Entonces esto es muy grave y a la larga va a traer una deslegitimación del poder.

Y es ahí, cuando todos los pilares en los cuales se basa una civilización pierden su legitimidad, que estás frito.

Eso que acabás de decir, de hacer de la ciencia una cuestión casi que religiosa, yo lo percibo más que nada en la política de izquierda y en determinados movimientos sociales. De hecho, quizás más que nada por los círculos en que me muevo, veo a mucha gente muy segura y convencida no tanto en el materialismo histórico o en Marx o ese tipo de cosasen cuestiones como las políticas identitarias, etc.…

Es que todos esos dogmas fueron reemplazados por otros, que lo que tienen como característica común, me atrevo a decir, es dividir a la gente…

Sí, pero además de eso dentro de estos grupos yo percibo un modus operandi específico: como que se pelean entre ellos por ver quién está más corrido a la izquierda. Un conocido me pasó hace poco un tweet de una referente feminista que si no es empleada pública seguro que es volantera en un diario “crítico” e “independiente”. Y el loco me decía que lo que ella hace en Twitter todo el tiempo es esperar a que alguien cometa un derrape o haga una declaración más o menos machista para enseguida salir a delatarlo o corregirlo. Y a través de eso consigue volverse más popular y trepar posiciones al interior de estos grupos…

Policía del pensamiento actual

Es que son discursos que lo llevan todo hacia un extremo. Son discursos que, mediante la negación del otro, buscan volverse únicos. En todos esos grupos la estructura discursiva es de tipo autoritaria. Parten del “nosotros tenemos toda la virtud, y el distinto es un enemigo”. Por lo tanto, todo se justifica en aras de destruir al otro. En Uruguay, como es una sociedad chiquita en donde somos un poco cautelosos porque sabemos que no hay mucho lugar donde esconderse, la cosa es por el momento más tranquila…

Pero mirá: yo sigo mucho lo que pasa en Estados Unidos porque viví ahí y aún sigo conectado con varios medios de prensa y fuentes de información que no son con las que te va a informar por poner un ejemplo el diario El país. Y allá cada vez más ese tipo de cosas están evolucionando hacia un lugar horrible, en el que se termina haciendo bullying, acusando y sacando del medio a todo el que piense distinto. Pasa tanto en la academia como en las empresas e incluso en el mundo periodístico. ¿Y en Estados Unidos eso qué ha hecho? Y… Mirá, generó una reacción que incluye por lo menos al 50% de la población que DETESTA ese discurso y ahora se anima a combatirlo abiertamente. Eso acá todavía no pasó porque el autoritarismo de esos movimientos raza, feminismo, cambio climático, etc.aún no ha avanzado tanto.

Lo que hacen estos discursos es basarse en premisas ideológicas divisivas que no se pueden probar, y por lo tanto tampoco se pueden desprobar; es decir, vos no podés ni demostrar su veracidad ni contradecirla. Y es que no funcionan en un nivel racional sino en un nivel religioso, dogmático, en el que por defecto el bien es atributo exclusivo de las mujeres, el bien es atributo exclusivo de todas las razas menos los blancos, el bien es atributo exclusivo de todos aquellos que creen en la iglesia del cambio climático (que antes era el calentamiento global, pero como ahora se demostró que son ciclos que van y vienen se reemplazó con la vaga idea del cambio climático, la cual reduce ha reducido la ciencia a un mini-documental de National Geographic), etc.,

Eso no es ciencia. Lo mismo que no es ciencia el discurso oficial sobre el COVID. La ciencia es más amplia y hay muchísimas partes de ella que te pueden demostrar lo contrario de lo que dice, por ejemplo, el dogma del cambio climático. ¿Pero quién defiende este tipo de discursos? Las mismas organizaciones burocráticas globales (el Banco Mundial, la Unesco, la ONU, etc., etc.,) que tienen la sartén discursiva por el mango. Es decir: ellos son los únicos cuyas ideas se difunden en los grandes medios de comunicación, por lo tanto tienen la capacidad de generar un estado de opinión pública que, a su vez, presiona a los políticos, quienes para no perder su poder de inmediato actúan en favor de estas agendas.

Repito: todo estos factores a la larga van a traer una deslegitimación del poder. Ese el punto que yo estoy haciendo siempre. El problema es ese: sin saberlo se están autodestruyendo.

A tono con esto, también percibo un crecimiento en todo lo que es el libertarianismo, el liberalismo, etc. Y como que también vuelve a haber una nostalgia por el absoluto: sé de gente joven que como respuesta a esta crisis ha empezado a interesarse por cuestiones aparentemente perimidas: la religión, por ejemplo. ¿Eso lo ves como un problema?

No, lo veo como muy positivo y no me parece que sea nada perimido. Lo que pasa que la modernidad generó la ilusión de que se podía educar a todo el mundo en un proyecto de ciudadanos autónomos. Yo quisiera que eso fuera cierto, sin embargo, dicho proyecto ha fracasado enfrente de nuestros ojos. Sí, hubo un momento en el que por distintas razones el sistema educativo llegó a producir individuos relativamente autónomos, capaces de pensar por sí mismos y de tomar decisiones políticas informadas. Eso hoy no es así. Ya no nos manejamos de la misma manera, sino con nuevas tecnologías de la información que permanentemente nos retrotraen al mundo de la oralidad, dándole con esto centralidad a cuestiones materiales como el dinero, el marketing, además de promover el comportamiento de rebaño; es decir, ir hacia donde van todos porque eso me garantiza seguridad y pertenencia.

Por otro lado, no creo que la religión esté perimida. Si vos visitás países como Rusia, Estados Unidos, o China en muchas zonas rurales y periféricas ni qué hablar de África entera y varias partes de América latinate vas a dar cuenta que aún existe en el mundo una vida religiosa muy activa. Pensá en toda la cantidad de religiones afro que hay acá en Uruguay por lejos el país menos religioso del mundo. Es mentira que no hay religión. Lo que pasa es que no hay un discurso oficial que diga que la religión hoy en día es algo aceptable.

Y lo mismo te digo con respecto a otras formas de conocimiento que no impliquen el experimento objetivo, la formulación de hipótesis o el uso del lenguaje matemático. Todo eso está muy bien, y es un aporte enorme de la modernidad. Lo que no está bueno, me parece, es hacer de eso una religión y decir que es la única forma válida de estar en el mundo. Que es lo que los cientificistas tratan de imponer: esa disyuntiva de estás a favor o en contra de la ciencia. En mi caso no es así. Para nada. Es más; yo te diría que soy mucho más científico que la mayoría de los periodistas a los que veo. Y es que para mí el espíritu científico consiste en ir a mirar a la información y estar todo el tiempo abierto a la experimentación y al cambio.

Retomando lo del coronavirus, hace poco en un programa de canal 10 Patricia Madrid y Sergio Puglia pidieron que se tomaran medidas para dividir a la población entre quienes están vacunados y quienes no. ¿Creés que en Uruguay una propuesta de este tipo puede llegar a prosperar?

Eso es propio de Josef Mengele, de la biopolítica nazi. Eso es agarrar y decir “¡Soy el estado, tengo la verdad absoluta, el que no cumple lo meto preso, lo aíslo o lo considero un ciudadano clase B!”. Es lo mismo. ¿Cuál es la diferencia si no? Es mentira todo ese discurso de la solidaridad del que tanto se jactan. Si nadie se va a oponer a algo que es evidentemente bueno. La vacuna que están imponiendo evidentemente NO ES buena.

Y existe oposición a ella en todo el mundo. Claro, esa oposición no está representada, y se la tergiversa constantemente vendiendo cifras que no son reales. Por ejemplo: cuando te dicen que en Europa no hay oposición real a la política oficial del COVID. Minga: allá hay millones de manifestantes. No te los van a mostrar en la televisión, obvio, pero cualquiera que quiera puede verlo porque está todo filmado y circulando en internet.

Hay una política deliberada, una especie de revolución global que hoy está llevando a las sociedades hacia un mundo más autoritario y jodido. Hay que oponerse a eso.

¿Esto lo enmarcás dentro de la puja Occidente/Oriente, Estados Unidos/China?

Seguramente tiene que ver, en parte, y sobre todo por lo que pasó en 2020, cuando sacaron a Trump. Y es que Estados Unidos llegó a funcionar como un gran freno a esto. Pero la verdad, yo no creo que a los chinos les interese que el mundo sea como ellos. Me parece que es a las élites occidentales a las que les interesa acercarse a China, porque ven ventajas en su sistema autoritario.

China, claramente “compró” entre comillas a muchas instituciones de occidente porque tiene el dinero para hacerlo y le sirve a sus intereses geopolíticos de largo plazo no tener enemigos en organizaciones como la OMS, por ponerte un ejemplo…

Pero yo no sé cuánto es interés de los chinos que el resto del mundo se les parezca, sí creo que es interés de ellos todo lo vinculado a los mercados. Ahí si hay una guerra comercial entre Estados Unidos y China y a estos últimos les sirvió sacar de en medio a Trump, porque como presidente había tomado medidas objetivas contra sus intereses. Pero estos intereses no son ideológicos, sino económicos. Acá todo se mezcla un poco y no creo que haya una mirada fácil sobre el tema; hay muchos agentes y enseguida, de un martes para un miércoles, cualquiera de ellos puede cambiar de idea.

Pero hay que ver cuál es el futuro de países como el nuestro, el cual puede llegar a ser muy interesante. Uruguay podría llegar a ser visto como una especie de refugio, como un lugar a preservar en el mundo. Y es que no tiene sentido que vengan a aplastarnos, a sacarnos recurso que en realidad no tenemos. Acá hay tranquilidad, paz, ecología… Bah, en esto último en realidad estamos bastante mal, aunque la cosa se vende como que está bien…

En todo caso, pese a lo que ha hecho el monocultivo y la contaminación del agua, estamos mejor que otros lugares irrecuperables; todavía tenemos una producción decente de algunas cosas, buen aire, espacio libre y no hay graves problemas sociales. Todo esto son varios elementos que podrían hacer que una elite inteligente dijera “vamos a preservar a Uruguay”, mientras el resto del mundo se hace paté…

Hace poco leía en un artículo de la revista Quillette que en la actualidad sólo un 5% de los universitarios estadounidenses se reciben de licenciados en ingeniería, mientras que en China este porcentaje alcanza un 33%. También se comentaban que las empresas tecnológicas más prestigiosas se están yendo de Estados Unidos a allá y…

Eso es la parte comercial y financiera que te decía. A empresas como Google o Apple les interesa trabajar con los chinos. Tesla también está haciendo lo mismo. No es un problema político o ideológico: es un problema de plata. Si allá conseguís mano de obra y producción a una fracción del costo que tenés que pagar en Estados Unidos, por supuesto que te vas a terminar yendo. Es así. Lo que hicieron los norteamericanos con Trump fue tratar de recuperar parte de esa base industrial y…

Claro, con Steve Bannon por ejemplo…

Sí, él y mucha gente. Incluso sectores de la industria y demás buscan tener autonomía productiva y tecnológica. Cuidado: los chinos tienen mucho más músculo en términos de mano de obra e instalación de plantas que en innovación tecnológica; esto último sigue siendo algo predominantemente occidental. Hasta el día de hoy. Aunque ahora se están empezando a poner a tiro con eso, pero todavía están lejos. Acá puede que entren en juego factores que son difíciles de determinar y que tienen que ver con la forma de funcionar de una cultura. Las culturas orientales hasta hace relativamente poco eran muy imitativas. Fijate cuando todo el mundo dice que en China “se occidentalizaron”: ¡Si te occidentalizaste es porque compraste un modelo ajeno, no lo generaste vos!

Otro ejemplo: ¿Cómo es un joven o una joven china de 25 años? ¿Qué es lo que quieren? Y… Quieren tener el último celular, ir al shopping, estar en las redes sociales, comprarse ropa linda, etc. Están occidentalizados. Que llegue Apple a China o Google a producir allá es algo que los llena de orgullo.

A la par de esto, hay todo un nacionalismo chino que es fuertísimo, que busca hacerle la competencia a eso, una especie de modelo panal…

También tenés otros países orientales como Corea que están empezando a exportar cultura: música, películas, autores…

Bueno, Japón también, e incluso antes que Corea…

Claro, y la gente joven sobre todo, como pasaba antes con Estados Unidos, está empezando a desarrollar una fiebre por todo lo vinculado a esas culturas…

Y eso está muy bien: es una atracción hacia algo nuevo que tiene valores y que es el futuro. Como te decía al principio: los valores de occidente ya no atraen con la misma fuerza que atraían antes. Empiezan a aparecer otros modelos que son más atractivos. Y a mí eso me parece fantástico. Ojo, lo que no me parece bien es destruir parte del legado occidental, el cual creo es maravilloso…

Hace poco en una columna publicada en el semanario Búsqueda el periodista Gabriel Pereyra hizo un mea culpa admitiendo haber ejercido censura de las voces disidentes durante la pandemia. Yo sé que en Extramuros vos escribiste como un dale pa’ delante a él pero, ¿No te deja con sabor a poco lo fácil que es para algunos de estos actores cambiar de postura o si no únicamente reforzar la ya establecida?

Todos cambiamos de postura a lo largo de la vida. Es una virtud. Yo le di pa’ delante hasta cierto punto. Dije que me parece muy bien que una persona admita cuando se equivocó en algo. Lo cual no quiere decir que yo avale lo que piensa Gabriel Pereyra, a quien también critiqué en esa columna diciendo que de COVID no sabe nada.

Es más, es profundamente ignorante respecto de los datos importantes. De hecho, pocos días después le hizo una entrevista a Hoenir Sarthou, en donde éste le explicó cómo era el gráfico de muertes en Uruguay por Covid, y Pereyra se lo contradecía sin conocer los datos… Yo después por privado le mandé a Gabriel la estadística y me dijo: “Pah, increíble esto. Yo pensé que la entrevista con Hoenir iba a ser corta, que íbamos a basarnos en cuestiones conceptuales, pero cuando él me trajo aspectos de datos yo no estaba preparado”.

Bueno, ta, fenómeno. Ahora, es muy grave que seas un periodista mainstream y no tengas a mano la estadística básica, que es cuándo fue que murió la gente de Covid en Uruguay. Porque es mentira ese verso de que se dejó de morir cuando empezó la vacunación. Ocurrió justamente al revés: la gente empezó a morir cuando se empezó a dar la vacuna. De hecho, murieron cinco mil personas durante el periodo fundamental de vacunación; mientras que hasta ese momento en un año entero habían muerto sólo 550.

Entonces, no darse cuenta de eso es muy grave, es no mirar los datos. Cuando decís esto la gente se encoge de hombres y contesta: “bueno, habrá sido por la P1”, pero el problema es que las variantes supuestamente asesinas justo entraron en TODOS los países en el momentos en que se empezó a vacunar. Es algo muy curioso eso… Y yo digo que hay que discutirlo. No puede ser que vacunes masivamente a la población con una sustancia experimental y que no sepas cuáles son los efectos que puede llegar a tener en personas débiles o a las que por x razón les pega mal. ¿No será que lo que está ocurriendo es que esas personas se mueren o quedan afectadas gravemente al principio? Con lo cual se explica esa curva de quince, veinte días hasta tres meses inclusode crecimiento espantoso de la mortalidad y que, luego, sin embargo baja.

Cuando ocurre eso dicen dicen “ah, debe ser por la vacuna”. No, no es por la vacuna. Si vos hacés las curvas comparativas te das cuenta que baja cuando en realidad sólo hay un 5 o 10% de la población vacunada. Eso no alcanza para que haya una baja de la mortalidad. Baja porque la gente se muere sólo una vez. Es duro lo que estoy diciendo, pero es así.

Al resto, como no son parte de ese grupo debilitado, muy anciano, con precondiciones o a los que le pegó mal la vacuna, no se mueren y listo. Pero, ¿Cómo se hace para probar esto? Confieso que acá estoy diciendo una hipótesis, que por el momento no puedo demostrar porque hacerlo implicaría realizar estudios sistemáticos con autopsias.

Pero lo que importa es saber cuanta gente realmente dejaría de morirse si no se diera la vacuna; o si no cuántas vacunas tenés que suministrar para que una persona no muera. Y además que varias de las “víctimas” de COVID en realidad no murieron por esa causa, sino por otras comorbilidades.

Entonces, es muy grave toda la manipulación que se está haciendo, cómo se ocultan los efectos negativos de estas vacunas, y cómo se mantiene a ciegas la población fanatizándola en un discurso de contrarios, en donde decir esto básicamente te convierte en un nazi, o por lo menos varios lo entienden así…

A veces nos llaman “la ultraderecha”, y yo nunca fui de derecha en mi vida; tampoco de izquierda. Bah, lo fui cuando era joven, cuando tenía veintiuno, veintidós, veintitrés años, después me mantuve independiente y he votado de todo. Pero nada… Uruguay es un país culturalmente híperpobre, en donde todas las discusiones son automáticamente llevadas a códigos políticos totalmente maniqueos y estúpidos. Es muy difícil discutir en Uruguay…

Vos creés que las categorías izquierda y derecha están hoy mayormente perimidas…

Totalmente. No sirven para nada.

{Nota al pie que saqué de “Imantada” (2021) de Aldo Mazzucchelli, acerca de las categorías “izquierda-derecha”: “No acepto la dicotomía izquierda-derecha tal como la plantea la autodenominada ‘izquierda’, debido a que me dedico meramente a pensar, y no quiero tener ni buscar nunca el poder. No la acepto, puesto que esta dicotomía es meramente un elemento más, una división binaria más, dentro del esquema ideológico total de esa amplia corriente. Considerarse de izquierda es inhibirse de pensar. No acepto el esquema de la izquierda por simplificador, por exagerado, por constitutivamente desleal con quien considera sus enemigos políticos, y porque involucra una nota de crítica moral o ética al Otro (la ‘derecha’) que es simplemente inaceptable)”}

Hace apenas unos días nomás, contestaste a un ataque de Leonardo Haberkorn escribiendo en Extramuros: “Lo que creo que secretamente inquieta a Haberkorn, quizá sin que él mismo se dé cuenta, es una angustia y un miedo que vienen de percibir el sinsentido en que esta civilización vegeta hace tiempo solo así se puede vender esta farsa pandémica como realidad- e intentar aferrarse a algún tipo de creencia muleta, creencia bastón, los cuales pasa a blandir, acusando e intentando golpear a quien no lo confirma en esa creencia sustituta.” Al estar vinculado a las humanidades, ¿Cómo te parece que se debería reaccionarse desde ese ámbito a toda esta locura covidiana?

Manteniendo el sentido crítico, tratando de aguantar todo lo posible. Esa es la única forma que conozco: intentar entender más. Enfrentarte sin miedo a lo que la mayoría considera la verdad revelada.

Si bien es cierto que he polemizado con Pereyra, con Haberkorn y con otra gente además, siempre trato de hacerlo desde el respeto. Lo que quiero combatir es una forma de argumentar que únicamente consiste en deslegitimar al otro para así no tener que contestarle.

Eso me parece algo que hay que erradicar: no digo a las personas que lo hacen, sino esas formas de argumentación que emplean. Porque yo no quiero que desaparezcan Haberkorn o Pereyra o que dejen de escribir sus libros. Al revés: yo quiero que lo sigan haciendo y que lo hagan cada vez mejor. Lo que sí no quiero es legitimar que ellos desde el lugar que ocupan impongan una forma de argumentar que me parece basura; que no respeta a nadie, ni al otro ni a ellos mismos o a sus propias ideas.

Eso son valores que están mucho más allá de occidente, que los entiende cualquiera: empezá por no faltarme el respeto, y a partir de ahí hablamos. Capaz que tenés razón, pero no me metas la pesada, ni me tergiverses lo que digo o me trates de anular como persona. Ese es un valor necesario y que hay que mantener.

Todo lo otro lo podemos discutir ¿Cómo va a ser el sistema político del futuro? No sé, yo tengo algunas ideas, pero son irrelevantes; entre todos iremos haciendo algo. Lo que no nos podemos permitir es que en la pudrición de occidente su gente también se pudra.

¿Pero cómo discutir con alguien que ya de entrada no tiene nada que ver contigo?

Eso es lo que te quieren hacer creer: que ellos no tienen nada que ver contigo.

Pero cuando esa persona ya desde el arranque no cree en un concepto de verdad, te dice cosas como que las categorías hombre y mujer no son reales o que traer un hijo al mundo es algo inmoral porque el cambio climático lo va a matar; alguien que está tan en contra de cuestiones así de básicas… ¿Cómo podés discutir con alguien así, cómo encontrás un lugar común?

Es difícil, pero vos tenés que ser consciente de que el que está poniendo esas condiciones es el otro, no vos. Lo primero es que él se haga cargo de las condiciones que pone, porque no son las tuyas; vos sí querés discutir. Vos tenés que decirle “mirá, yo respeto que no quieras tener un hijo; ahora, vos respetá que yo sí”.

Y bueno, si a partir de ahí el otro se pone en un lugar en el que no quiere respetarte, vos lo que estás teniendo en realidad es una pelea, y eso ya es otra cosa; así es como la humanidad ha arreglado durante mucho tiempo sus problemas: igual que los bichos.

El lenguaje te permite llegar hasta determinados lugares, pero tiene sus límites; después de eso entra a jugar el cuerpo. A mí no me gusta que sea así, y en la medida que puedo evitarlo no lo practico. Pero uno no debe ser ingenuo respecto de qué significa estar vivo: hay un punto en el cual si el ejército te quiere llevar, vos tenés que pelear ¿Qué vas a hacer si no? Y esta gente son en su mayoría cobardes, no tienen la capacidad de defender lo que dicen. Son como pequeños pescaditos que repiten todo lo que el cardumen hace. Yo lo que haría, en principio, es exigirles que se hagan cargo de lo que dicen.

Felipe Villamayor.


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