
Hoy anduvo la muerte entre mis cosas,
estaba de frac y de gala
sentada al lado de la cama.
No me dijo nada
ni siquiera la reconocí
la hacía de negro y con guadaña
nada más lejos de la realidad.
Pasó de visita
frente a mis ojos
como cualquier hijo de vecino.
La tuve tan cerca,
que no podía creer que era ella
lo creí cuando dejó sus huellas
en la alfombra de copetes amarillos.
En silencio como acostumbra
discreta como siempre
imperceptible, disimulada
dejando de pasada,
su toque distintivo.
Cuánto prejuicio rondando
cuánta difamación
cánto miedo
en tu nombre
si supieran,
si te vieran
tan sigilosa
sutil y pacífica.
Mucho más humana
que los humanos,
mucho menos peligrosa
que una fiera,
mucho más tranquila
que la paz.
De frac, galera y bastón
la vi en aquel rincón
donde se esconde
la desgracia y la miseria
la soledad y el abandono
el olvido y el desamor.
Armando las valijas
para no volver sola
cargando con el equipaje
del fin de su viaje
sellando el boleto
para iniciar un próximo vuelo.
Eloy Vazquez.