Fue en noches de carnaval…
Que una luna no aparecía
y con su séquito de guías
esperaban su momento
con su disfraz llamativo bailando en el olvido.
Las Tres Marías no aparecían
una nube triste las enloquecía;
desde allá arriba todo lo observaban
desde una hormiga, hasta un gigante
un cuervo, un delirante.
A todos los miraba.
«Otra vez una noche sin luna»
Exclamaba un loco lunático
para él, eso significaba lo mismo
que sienten los del automovilismo
al ver a sus máquinas desnudas,
rotas y sin ningún neumático.
El lunático seguía insistiendo
y hasta buscó un policía
en busca de ayuda;
el agente se le reía
el delirante enfurecía,
pero seguía perdiendo.
No concebía una noche veraniega
sin que su amor no pareciera;
Buscó y encontró un telescopio,
pero lo confundió con un microscopio;
su desesperación era mucha.
Y su locura absoluta.
A los lejos, por fin la vio
y se acercó corriendo
cuando estaba cerca
la acarició sonriendo,
pero un farol era.
Su nula cordura,
no lo dejaba saber
si era de noche
o el amanecer;
nada le importaba a esta altura
ya llevaba tres días de trasnoche.
Ya la razón la había perdido
su alma y corazón tenía herido
no sabía si era el sol
quién lo traicionó
o fue un gran amor
que nunca olvidó.
Su cuerpo caminaba por inercia
pero su búsqueda continuaba
como lo hacen muchos en la feria,
yendo de acá para allá varias veces
vagando como los peces
pero sin encontrar nada.
Ya cansado, calló vencido
murmurando sin aliento
sin encontrar lo perdido
pero sin darse por vencido luchando por ella con sentimientos
pero también con sufrimiento.
Entre sueño y vigilia
vio a alguien con un biblia
que con rezos y salmos
lo despertó enseguida ya estaba más calmo
pero no a salvo.
Estaba perdido,
ambos los estaban;
uno recién resucitaba
el otro hacía siglos;
éste empezó su sermón el lunático iba de guatemala a guatepeor.
Los lunáticos tienen eso de ser locos delirantes,
de estar en todas partes
confundiendo a su amor
con un queso
porque la vida no les sonrió.
Pero este lunático abatido
solo intentaba su cometido
poder verla de algún manera;
había que hacer lo que fuera
fue allí que recordó
que había visto el sol.
Por lo tanto, se dio cuenta de algo;
a pesar de su mambo
si el sol estaba en lo alto
la noche había pasado
y él hacía días la venía buscando
pero estaba obsesionado.
Con su delirio
de querer tenerla siempre
perdió de vista el objetivo
pero todo cambio de repente
aunque ya había perdido toda cordura
nunca había mirado hacia arriba, allá estaba la luna.
Cuando la vio, no lo podía creer
solo bastaba con mirar al cielo
él caminaba con la vista baja
mirando fijo el suelo
-«Esa es la elección», – le gritó su admirada
cuando algo nos pasa, cada uno elige que hacer.
Ahora me ves y hasta me escuchas
yo siempre estuve allá
al lado de mis colegas
pero vos empezaste
a obsesionarte
y a decir: «¿Dónde está mi luna llena».
Por eso luego de la lección
y al verte mejor te regalo mi mejor versión
y por ser porfiado
y no bajar nunca los brazos
te tengo algo.
Te voy a dar lo que querías
una noche estrellada,
con una luna veraniega
pero con una condición
«Lo que sea» – Exclamó
tenés que estar con la mejor compañía aseguro con rebeldía.
El lunático estaba recompuesto
lo había logrado
pero faltaba algo
lo que su amor había propuesto
y fue allí que con su locura
pensó en la compañía de familia o amigos
pero así nunca iba a tener esa noche con luna
ya que la mejor compañía es estar con uno mismo.
Eloy Vazquez.