Guacho sin títulos y metal con ruedas


(sin título)

Andanzas en pavimentos de pozos, arena y miel. Me prendo un pucho y me quedo contemplando las ramas de un árbol en particular, ni idea cuál es el árbol, es un árbol. Miro sus ramas secas, las pelusas en su copa, el árbol, ese árbol que debajo de él está lo que está acá arriba, lo que veo, ¡Sus ramas son sus raíces y sus raíces sus ramas! Y está secó. Pleno invierno, un frío tremendo y yo le doy una pitada más al pucho y sigo caminando, ya rumbo al laburo. Nada, eso, quería decir lo del árbol.

Las andanzas mismas de este devenir loco, ¡Loco! ¿Yo? ¡Loco!

El árbol.

*****

Guacho.

Nos juntábamos cuando pintaba juntarse, pero principalmente los sábados, morfábamos algo y salíamos, unos guachos podridos de su familia y el liceo y todo el discurso fantástico que le inventan y se va recreando la gente en el bocho, en una aldea donde el fin es… Quién sabe.

Salíamos,

Noche de lluvia o noche de luna

No había estrella que iluminara nuestros senderos

¡Ja, ja! Ahí está la trama, sin luz, mejor.

Toque de lo que saliera, íbamos para ahí

La bici hecha mierda

Pedaleábamos sin parar

Había energía o si no reponíamos al toque. Gasoil. Pegaba la noche dura en la tecla

Sin frío en el cuerpo y la muerte que acecha, de guacho en la senda,

Graffiti en la cortina de un comercio, el perro de mi amigo que iba con nosotros a todos lados, el negro, el famoso negro Karkucho.

La risa no faltaba y tampoco el sabor amargo de toda la mierda que nos íbamos morfando… De a poco…

Más gritos que susurros y el circo seguía… Nosotros también

De guacho,

Pitaba la nube

Que nunca hizo llover.

*****

(sin título)

Las botas llenas de barro, pisando el pavimento de la aldea, estaba en la periferia y ahora en el centro, fumando un pucho, la petaca de whisky en el bolsillo, delirando por los focos amarillos, se apagaba y se prendía la tele de mi mente, KKKSSSHHHHHHHHHHHHH quedaba en standby, indescifrables movimientos y no sé cómo llegué, pero llegué, escalera en mármol fría, luces rojas y el desfile comenzaba.

Me senté en la barra y pedí una chela, venían y me miraban y me hablaban tratando de convencerme para sacarme la poca guita que tenía en el vaquero negro ¡JA, JAAAAAAAAAA!, y me volvía loco, era el paraíso y estaba en el infierno y el infierno se volvió paraíso o yo qué sé.

Recuerdo eso sí, la primera vez que estuve ahí. Alucinado. Mi campera de jean, ellas y sus cuerpos, sus tangas rojas, azules, negras, sus culos moviéndose de acá para allá, sus tetas, mi muerte.

*****

Humedad de mujer.

Flores son sus ojos,
Posando en sus labios, se mezclan las botellas
Y su cabello desprende la fragancia.

Sus útiles de abrigo simple
Se quiebra entre lo suave
Deja caer su maquillaje
Entre interminables gemidos.

El olvido lo hace simple
Como sus besos acarician lo alto
Frotando lo bajo
Humedad de mujer
¿Mujer?
Humedad.

*****

Metal con ruedas.

Laburaba en un super, tenía diecinueve años, a veces me tocaban los pedidos de apartamentos o casas y salía de ahí dentro, del super.

Si el pedido llevaba bizcochos, lentamente abría la bolsa sin romper la etiqueta y sacaba alguno que otro y me lo comía o si llevaba alguna lata de cerveza desaparecía alguna y yo decía que no la habían mandado, que había un error. El tema era cuando llovía…

El metal con ruedas y la lluvia que me pegaba en la cara, y se movía para todos lados el metal con ruedas y el pedido dentro de sus bolsas no podía mojarse, yo sí, el pedido no.

El río del plata pegaba duro contra el muro, la espuma llegaba a la cantera, el cementerio intacto al igual que quienes estaban allí dentro, una vez me quedé contemplando el cementerio desde un edificio que estaba al lado, fue increíble.

El metal con ruedas, tenía que ir con él hasta la costa y subir por una rampa de auto que más o menos eran unos trescientos metros de rampa, tocar el timbre y subir a los edificios.

Como mucho me daban veinte pesos, eso sí nunca una taza de café, ni té. Ahí empecé a comprender porque cuando prendía la tele que sucedía muy poco solo veía muerte y bombas.

Ahhh y luego había que volver con el metal con ruedas al super.

Yo,

El metal con ruedas

El frío

La lluvia

Veinte o cero pesos

El pucho.

El viento y el odio del río del plata pegando contra el muro.

*****

(sin título)

Silencios en lugares ambiguos. Sótanos viejos en donde ya nadie baja a buscar… buscar

Ahora es todo más claro y oscuro… Binario y simple… El error.

La lupa se pone en ojos sin vidrios y la meta es la línea que cruza el perdedor. No hay ganador…

Silbando en la noche y escuchando algún tango, tomando un café, miro por la ventana, sólo veo luces blancas y algún auto pasar, a lo lejos escucho unas sirenas de ambulancia.

No llueve, la luna ahí interpretando la locura del humano sin ser humano.

Botella verde de vidrio. Espuma blanca de mar, desborda el vaso y ceniza en piso.

La cruda visión empaña al observar. Tengo los pies duro de los zapatos de la obra.

Tenga la mente difusa al despertarme una vez más.

Fernando Parado.


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