Mi ranking de los siete peores periodistas uruguayos de todos los tiempos


{Veletas, arrastrados, alcahuetes, mercenarios, adulones funcionales al poder; no cabe la menor duda, el periodismo es hoy por hoy una de las instituciones sociales que MAYOR descrédito registra, y en este breve artículo te mostraré algunos de sus peores exponentes}:

Son memoria, son presente, ¿Dónde están?
Tus impuestos KJJJJJJ
«All the power in the hands, of the people rich enough to buy it”

#7. DIEGO GONZÁLEZ

Twittero, conductor, intento de comediante, portavoz público de una de las coaliciones oficialistas (Frente Amplio), en este último lustro Diego González se ha caracterizado sobre todo por el calibre sentimentalista de sus reflexiones, todas ellas dignas del guion cinematográfico de una película de Walt Disney.

Es así: en el mundo de Diego no hay lugar para matices o complejidades, cualquier discrepancia con el punto de vista de los líderes de su coalición debe achacársele por defecto al odio o a la ignorancia, ya que, al igual que en “Mulán” o en “La Sirenita”, las motivaciones de los personajes buenos y malos deben estar SIEMPRE perfectamente definidas.

Según nuestro querido Diego, el haber elegido formar parte de un aparato propagandístico organizado y financiado de forma ilegal con dinero de las arcas públicas, no lo exime de ocupar una postura hipercrítica y canchera con el poder de turno; claro, siempre cuidándose de nunca ofender a ningún grupo de interés minoritario.

Pese a los esfuerzos de sus amigos y colaboradores, sus logros periodísticos son hasta el momentos nulos, y tienden a reducirse a haber participado en programas de entretenimiento vacíos o proselitistas, del estilo de “La Letra Chica” –por si no están enterados, ya que de acuerdo a sus números de audiencia nadie parece haberlo visto, “La Letra Chica” es un espacio periodístico de izquierdas costeado con dinero robado a los contribuyentes.

Cuando el gordo González se juntaba con el licenciado Freddy Nieuchowicz y no tenía problemas con el humor cruel

#6. GABRIEL PEREYRA

Conocido inicialmente por haber formado parte del exitoso ciclo televisivo “Zona urbana”, Gabriel la tuvo difícil ya desde el arranque. Opacado por dos figuras de mayor carisma y trayectoria (Gustavo Escanlar e Ignacio Álvarez), Pereyra se vio obligado a construir de cara al público una imagen que pudiera diferenciarlo de sus papás mediáticos. Esto lo llevó a forjarse un perfil de periodista “incisivo”, con vocación de polemista, supuestamente avezado en tertulias y debates políticos.

Dicho de otra forma, es el comunicador que tu abuela o tu tía menos avispada un día ven por la tele o escuchan en la radio y dicen: “Fa, mijo, cómo se la juega ese Gabriel Pereyra”.

Algo a lo que todo nieto o sobrino más o menos avispado debería contestar:

No, abuela, no. Quizás en algún momento Pereyra coqueteó con alguna que otra postura realmente crítica; pero ahora, sin embargo, se encuentra mucho más cerca de ese perfil de reportero ególatra y cocainómano que uno tiende a asociar con cualquiera de esos esbirros que acompañan a Ignacio Álvarez en el programa Santo y Seña”.

NOTA DEL EDITOR: No caigamos en generalizaciones precipitadas. No todos los periodistas son ególatras, «hijos de» o estudiantes frustrados de administración de empresas.

A las pruebas me remito: su posicionamiento durante la plandemia, sus comentarios siempre tibios y superficiales en temas de alta complejidad como la pobreza o el narcotráfico (todos ellos dignos del talante de charlatanes como Martín Caparrós o María O’Donnell en la vecina orilla); el haber basureado públicamente al único político uruguayo que se atrevió a denunciar en su momento la penetración del narcotráfico en el estado (el Dr. Salle), hablan de un tipo más bien despistado, cuyo mayor interés parece ser siempre el de venderse al mejor postor de turno.

Cabe agregar que, a diferencia del ya mencionado Gustavo Escanlar, es obvio que la obra periodística de Pereyra está condenada a languidecer por siempre en la mesa de saldos de una librería de segunda mano, junto con un best seller de Rolón y los horóscopos de Lourdes Ferro. Y es que Gabriel escribe pensando en la Mabel de turno (¿No me creen? Comparen esto con cualquiera de esos libros de mierda que cada año y medio le mandan a redactar por encargo).

Estrictamente hablando, es uno de nuestros peores periodistas porque a la hora de la verdad siempre decepciona. En otras palabras, un FARSANTE BÁRBARO.

#5. JUAN MIGUEL CARZOLIO

En segundo o tercer año de liceo tuve un compañero mogólico. A pesar de su bajo coeficiente intelectual, por un tiempo el pibe se la bancó bastante bien en clases. La cosa era cuando el profe de cívica o de historia se ponía a hablar de temas de cuño político. Ahí no sé qué le pasaba, pero de pronto el pibe levantaba la mano y de forma atropellada comenzaba a soltar una boludez atrás de la otra.

Siempre que escucho a Carzolio me acuerdo de él; la misma dificultad a la hora de articular y cerrar una idea, la misma propensión a tropezar de forma inepta con las palabras, la misma disposición a repetir textualmente –casi punto por punto– las opiniones de sus interlocutores y a cumplir de forma cuadrada con todo lo que se esperara de él.

A veces pienso que a ese compañero debería permitírsele ocupar el lugar que ahora mismo ocupa el arrastrado de Carzolio en ese programa basura que es “Las Cosas en su Sitio” (programa que ni siquiera es de él, puesto que se lo robó descaradamente a uno de sus colegas; sí, NI PARA ESO SERVÍS, CARZOLIO). Les puedo asegurar que, de ser así, no notarían la diferencia. Ni por un momento. Así de paupérrimo es el nivel de nuestros comunicadores…

Carzolio es además el ejemplo perfecto de como en el periodismo ser “hijo de” puede allanarte el camino en todo sentido. No me extraña que sea egresado de la UCU; en la Udelar el gil este no duraba un mes.

Acá adjunto algunas de sus columnas. Increíble: con cuarenta y pico de años y formación universitaria en comunicación, el tipo aún no sabe escribir una simple oración.

¡Suerte que papá tenía campos!

#4. Camila ̶(̶c̶e̶n̶s̶u̶r̶a̶d̶o̶)̶

Pese a su reducido número –según una estimación de la universidad ORT, estaríamos hablando de entre “16.000 y 20.000 almas” en un total de 3.426.260 uruguayos– la colectividad judía ha alcanzado una sólida representación en varios de los sectores e industrias de mayor remuneración y visibilidad del país.

Dicho de otro modo, es difícil toparse con –qué sé yo– personas de la colectividad afro (según cifras oficiales 300.000 en un total de 3.426.260) ocupando posiciones de prestigio en campos como la comunicación o el software, pero no así a coterráneos cuyo apellido tiende a terminar en “sky” o “mann”.

Esto obviamente nada tiene que ver con una cuestión de nepotismo o de privilegios, noooo, nada que ver. Acá en Uruguay nadie es más que nadie, y la colectividad judía (porcentualmente hablando, no llegan ni al 1% de la población) claramente ha enriquecido el acervo cultural de nuestro país de la mano de grandes artistas, tales como Jorge Drexler (zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz) y, por supuesto, ̶(̶c̶e̶n̶s̶u̶r̶a̶d̶o̶)̶ ̶(̶c̶e̶n̶s̶u̶r̶a̶d̶o̶)̶ ̶(̶c̶e̶n̶s̶u̶r̶a̶d̶o̶)̶, los creadores del rompedor género musical conocido con el nombre de “cumbia cheta”.

La foto: ̶(̶c̶e̶n̶s̶u̶r̶a̶d̶o̶)̶ ̶(̶c̶e̶n̶s̶u̶r̶a̶d̶o̶)̶ ̶(̶c̶e̶n̶s̶u̶r̶a̶d̶o̶)̶ ̶(̶c̶e̶n̶s̶u̶r̶a̶d̶o̶)̶

Fíjense además en la calidad de productos como ̶(̶c̶e̶n̶s̶u̶r̶a̶d̶o̶)̶ ̶(̶c̶e̶n̶s̶u̶r̶a̶d̶o̶)̶ ̶(̶c̶e̶n̶s̶u̶r̶a̶d̶o̶)̶ ̶(̶c̶e̶n̶s̶u̶r̶a̶d̶o̶)̶ ̶(̶c̶e̶n̶s̶u̶r̶a̶d̶o̶)̶ ̶(̶c̶e̶n̶s̶u̶r̶a̶d̶o̶)̶ ̶(̶c̶e̶n̶s̶u̶r̶a̶d̶o̶)̶ ̶(̶c̶e̶n̶s̶u̶r̶a̶d̶o̶)̶ ̶(̶c̶e̶n̶s̶u̶r̶a̶d̶o̶)̶ ̶(̶c̶e̶n̶s̶u̶r̶a̶d̶o̶)̶ ̶(̶c̶e̶n̶s̶u̶r̶a̶d̶o̶)̶ ̶(̶c̶e̶n̶s̶u̶r̶a̶d̶o̶)̶.

No, no, no me extraña el lugar protagónico que ocupa la colectividad judía en nuestro país, está claro que son una máquina de derrochar talento y belleza, oh sí.

#3. Gerardo Sotelo

Hola, me presento, mi nombre es Gerardo Sotelo. Formo parte de un partido político que no votó nadie (Partido Independiente). Soy de ideología liberal-libertaria; es decir, creo en la libre competencia, en la iniciativa privada, en la intrépida figura del emprendedor. Desconfío por naturaleza del estado, en mi opinión es una entidad que somete y no tiene en cuenta los intereses individuales de los ciudadanos. Cuento con una amplia red de contactos y de recursos económicos. Amo a Israel y odio a Palestina, civilización y barbarie, kjjjj, voladlos a pedazos YA.

¿Qué? ¿Que en dónde laburo me preguntás? ¡En el estado, por supuesto, con mis amigos de toda la vida!
Sí, sí, ya sé que te dije que soy libertario y todo ese rollo, pero, dejame que te explique; es sólo por un par de añitos nomás, después que termine este gobierno no sabés la jubilación que voy a cobrar, kjjjjj, todo con tus impuestos, por supuesto, esos que yo no quiero pagar….

Ahhh, pero no sabés, hermano, con cuquito se nos ocurrió una programación INCREÍBLE para medios públicos, una programación que va a hacer estragos en la competencia.

¡Ups!

#2. Juanchi Hounie

¿No sabés qué hacer con tu vida? ¿La falta de vocación, de futuro y ganas de esforzarte han hecho estragos en ti? ¿Carrasco te queda chico? ¿Estás harto de hacer puerta en la UM? No te preocupes más, Juanchi Hounie está aquí para ayudarte. Llamá al 2418 0151, y él te va a contestar cómo hizo para superar dicha encrucijada y en el camino convertirse en uno de los personajes más pedantes e insufribles de la radiofonía uruguaya.

¡Suena tremendo!

#1. Emiliano Cotelo

De vez en cuando reflota en redes una de esas frases hechas erróneamente atribuida a Dante Alighieri.
La misma dice algo así como:

A pesar de la dudosa autenticidad de su autoría, está claro que lo que expresa dicho aforismo resuena en un montón de gente.

Y es que sí, no cabe ninguna duda: en tiempos convulsos, la indiferencia o la neutralidad es comúnmente un síntoma de cobardía, aunque en el ámbito en el que se desenvuelve Cotelo yo diría que ambas funcionan más bien como una virtud.

Y es que formarse una imagen del periodismo a partir de programas como «En Perspectiva» es como formarse una imagen de la literatura a partir de una novela de Isabel Allende; en otras palabras, Cotelo y sus lacayos son al periodismo lo que No Te Va Gustar es al rock; una versión depurada, apta para todo público de una forma de expresión ya hace mucho tiempo caduca. Emiliano Cotelo es el último clavo en el ataúd local de una institución actualmente sumida en el mayor de los descréditos, una institución que hoy día debe más al muzak o a la música de ascensor que a las “Aguafuertes porteñas” de Arlt o a los míticos reportajes sociales de George Orwell.

Y no, nada de esto es un juicio precipitado: Cotelo es la síntesis perfecta de lo endogámicos y mediocres que son los medios de comunicación uruguayos hoy día, que, bajo una pátina de pretendida imparcialidad, lo único que hacen a fin de cuentas es esconder toda su hipocresía, toda su blandura y malévola obsecuencia para con el poder de turno.

Y no, nada de esto es una generalización precipitada: la minoría cheta uruguaya, la casta de Carrasco, toda esa manga de empresaurios prebendarios que ya saben que su curro va ir viento en popa –independientemente de qué partido político detente el poder– son los que hoy en día están a cargo de velar porque estemos bien “informados”, porque tengamos la seguridad de pensar y expresarnos como se nos antoje,
no me hagas reír

#1. Gabriel Romano

Estaba a punto de darle a “publicar” cuando me acordé que aún existe esta rata.

¡Uffff!

Nada más para agregar…

Felipe Villamayor

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¡Gracias!

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